El Día Internacional de la Conservación del Suelo, se celebra cada 7 de julio desde el año 1963. Se eligió este día en particular, en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva de los mismos.
“La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
El Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional creó en el año 2007 el Decreto de Política Nacional de conservación y manejo de suelos que tiene por objeto los lineamientos, mecanismos e instrumentos de coordinación para la implementación de la Política Nacional de Manejo y Conservación de Suelos.
En Nicaragua se promueve el diseño e implementación de instrumentos y mecanismos de coordinación y colaboración interinstitucionales entre las instituciones a nivel nacional, regional y municipal, que garantizan una efectiva conservación y manejo del recurso suelo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que Nicaragua trabaja de manera articulada en pro de la defensa hacia la Madre Tierra, el uso racional y sostenible del suelo para fortalecer la seguridad alimentaria en el país. También se destaca que en nuestro país se desarrolla un programa de formación entre los productores generando capacitaciones para transferir las tecnologías de obras de conservación de suelo y agua.
El Gobierno continúa protegiendo su Política de Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional, que tiene como objetivo garantizar el derecho de las familias nicaragüenses a tener disponibles alimentos suficientes, inocuos, nutritivos, a precios justos para el productor y el consumidor; fomentando la producción nacional y estabilidad de los mercados.
En esta línea de trabajo, se continúa avanzando en el incremento de la productividad, calidad y diversificación de la producción del campo, la conservación del suelo y en el desarrollo sostenible de los medios de vida de las familias productoras, con énfasis en la micro, pequeña y mediana producción; que implica no solo el uso racional de los recursos naturales, sino, también, el desarrollo de los talentos humanos e incorporación de más tecnologías. De igual manera se potencia el incremento del valor agregado de la producción agropecuaria, para diversificar la economía e incrementar la competitividad internacional y que genere mayores agroexportaciones.